
«Me considero un trabajador del arte.
Llegué al mundo de la creación por el dibujo; de ahí pasé a la pintura, de la pintura al mural -que es por lo que me conocen, aunque también uso otros soportes, como el cartel, y otras técnicas, como el grabado, la xilografía o la serigrafía-. Del mural (lo público) he vuelto al dibujo (lo íntimo).
Las características de lo que hago lo he aprendido en la calle, en el espacio público. Con el primer mural, en la campaña de Allende en el año 1964, empieza justamente esta experiencia callejera; el proceso colectivo que sigo utilizando para hacer un mural viene de ese aprendizaje histórico. Cuando hablamos de mural todo el mundo piensa en México, pero acá hay una característica de mural distinto: proviene del arte brigadista, está hecho en la calle, viene de lo colectivo, de lo participativo, de la ocupación del espacio territorial, de lo precario; su resultado es anónimo y efímero.
Es un arte desprendido que proviene de la solidaridad, de la concepción de una sociedad de todos, un espacio de todos que es resignificado al ser intervenido por nosotros con participación de la gente. Toda la gente del territorio, todos los que aportan son parte de estos procesos colectivos de creación e intervención artística: el que convida agua o pone a disposición un baño, el que traza (director de orquesta), quienes producen, hacen el almuerzo, ponen el color en el muro… Por eso nuestra preocupación no es el autor, la fama individual. Esa es una de las diferencias importantes con el muralismo institucional del que hablamos: en la calle no hay personas
identificadas, anónimamente son muchos, somos muchos.»

Nacido en Curicó, en 1947, su padre fue obrero y su madre, una mujer de campo. Estudió en la Escuela Primaria n°1 de esa ciudad. Ingresó en 1963 a la Escuela Experimental Artística en Santiago, de la que egresó en 1967; allí estudió junto a Fernando Marcos y Osvaldo Reyes, y comenzó su aprendizaje del muralismo, influenciado por artistas como Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros. Durante ese tiempo, se une a las Juventudes Comunistas. En 1968 participa en un grupo de trabajo creando murales de propaganda, sin fines estéticos, durante la campaña del entonces candidato a la presidencia Salvador Allende. Al año siguiente nace la Brigada Ramona Parra (BRP), con la cual seguirá trabajando durante los años siguientes y de la cual se distinguirá como trazador de sus mensajes y rayados. En 1971, el pintor chileno Roberto Matta opta por realizar el mural “El primer gol del pueblo chileno” junto a los jóvenes de la BRP y habitantes de la comuna de La Granja. La BRP se aboca a pintar murales para socializar el programa de gobierno de la Unidad Popular. Ese mismo año, con motivo de la construcción del Hospital del Trabajador de Santiago, se llamó a concurso para crear un mural decorativo en las nuevas instalaciones. De las 15 postulaciones recibidas, miembros de la Brigada Ramona Parra (entre ellos, Mono González) pintaron la obra pictórica que fue entregada a la comunidad en 1972. Además, ese año Mono realizó estudios de diseño teatral en la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile, sucesor del ITUCH.


Después del golpe cívico militar de Augusto Pinochet, el Partido Comunista fue disuelto y, como tantos otros militantes, González debió entrar en la semi clandestinidad para el desarrollo de su actividad política y el trabajo con la BRP. Para subsistir junto con su familia, trabajó como carpintero. Bajo un nombre falso desempeñó labores de tramoyista, pintor y escenógrafo en el Teatro Municipal de Santiago. Durante catorce años trabajó en la expresión artística escenográfica de obras como Don “Quijote de la Mancha” y, “Romeo y Julieta”. Su estilo pictórico y de escenógrafo convergen en una sola propuesta iconográfica, caracterizada por el movimiento en las formas y el diálogo constante con el cuerpo, el gesto y el entorno en el cual se desarrollan sus obras, en especial respecto al empleo del color. Durante esos años, comenzó a conocer a las personas relacionadas con el mundo cinematográfico de Chile, lo que lo lleva a participar en la creación de escenografías para la campaña televisiva del No, durante el plebiscito de 1988. Tuvo destacada participación en la creación de escenografía de películas como “La frontera” de Ricardo Larraín, “Machuca” de Andrés Wood y “La danza de la realidad”, de Alejandro Jodorowsky, además de la serie de televisión “Ecos del desierto”, también de Wood, y en variados comerciales televisivos.


Ha enseñado Producción de Arte en la carrera de cine en la Universidad ARCIS e impartido talleres sociales de muralismo, serigrafía y demás especialidades del arte urbano, en distintas localidades del país. También ha dictado cátedras acerca del trabajo iconográfico en zonas públicas, tanto en Chile como en Argentina, Holanda, Francia, Italia, Vietnam, Ucrania, Bélgica, Alemania, entre otros, donde ha sido y sigue siendo invitado a desarrollar y compartir su sello pictórico y artístico-social. Su gran mural “Vida y trabajo” (2008), adorna la estación de metro Parque Bustamante, desde el 2014, seguido por el mural pintado por su hijo Sebastián y Matus, en los exteriores de la Estación Bellas Artes del Metro, en 2017. Son obras, entre otras, que trascienden el soporte efímero de las intervenciones en la calle, en beneficio de amplios conglomerados de la población que transita a diario por la ciudad. En 2011 publicó “27 febrero”, libro en el cual plasma con técnicas propias de su trabajo, las emociones de pobladores de Curanipe afectados por el terremoto de 2010, que le valió un premio Altazor en la categoría de Diseño Gráfico e Ilustración. Con su hijo Sebastián González Ruiz, diseñador gráfico, mantiene desde el año 2015 el Taller del Mono, una galería de arte dedicada al grabado y la serigrafía en el Persa Víctor Manuel del barrio Franklin, donde realiza exposiciones y vende obras de artistas jóvenes y consagrados.